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Nuestro Proceso

Nuestro proceso no busca condicionarte, ni etiquetarte, sino ayudarte a descubrir quién sos verdaderamente, integrando tu historia, tu personalidad, tus emociones y tu dimensión inconsciente.

En seis etapas, exploramos tu mundo interior desde una mirada que no separa, no juzga, y no simplifica. Escuchamos tu relato, reconocemos lo que te hace único, dialogamos con tus sombras y tus sueños, comprendemos los patrones invisibles que gobiernan tu vida, y te ayudamos a encontrarte con tu alma.

No vendemos soluciones empaquetadas. Te ofrecemos un espacio real de transformación para que puedas vivir con sentido, desde tu centro.

En Jung Py te acompañamos en un viaje interior profundo, personalizado y humano.

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1. Escuchar tu historia.

Todo proceso profundo comienza con una escucha real. En esta primera etapa, creamos un espacio seguro y sin juicios donde podés contar tu historia con libertad. No nos guiamos por formularios clínicos ni evaluaciones estandarizadas. Nos interesa conocer tu recorrido, tus heridas, tus miedos, tus sueños. Lo que duele, pero también lo que late.

Te invitamos a compartir lo que llevás dentro: momentos clave de tu vida, vínculos importantes, síntomas persistentes, sueños que se repiten, preguntas que te habitan. Todo eso que muchas veces fue ignorado, silenciado o simplificado por otras miradas.

Este primer paso no es un examen ni una búsqueda de diagnóstico. Es una conversación profunda, auténtica, donde empezamos a reconocerte como un ser único. En lugar de encasillarte en etiquetas o reducirte a comportamientos, buscamos comprender tu totalidad: tu cuerpo, tu historia emocional, tu mundo simbólico y tu alma.

Porque nadie puede transformarse si primero no ha sido escuchado.

2. Reconocer lo que te hace unico.

Cada persona tiene una forma particular de estar en el mundo, de percibirlo, pensarlo y responder ante él. En esta etapa, exploramos juntos las dinámicas profundas de tu personalidad, a partir de los tipos psicológicos propuestos por Carl Jung y enriquecidos por desarrollos contemporáneos como el MBTI.

No buscamos etiquetarte ni encerrarte en una categoría. Todo lo contrario, buscamos adaptar el proceso de descubrimiento a tu propio ser. Es por eso que muchas supuestas «terapias cientificas» fallan, al pretender estandarizar las diferentes personalidades, ignorando lo que hace unico a cada uno.

Esta exploración está orientada a ayudarte a reconocer tus tendencias naturales y también aquellas que han quedado relegadas, para que puedas desarrollar una personalidad más equilibrada y consciente. 

Las cuatro dicotomías fundamentales:
1. Introversión ↔ Extroversión
¿Tu energía se recarga en la soledad, en la contemplación interna (introversión)?
¿O se nutre más de lo externo, del contacto, la acción y la interacción (extroversión)?
Ambas no son opuestas enemigas, sino polos complementarios. Reconocer desde cuál te movés, y cuándo te desequilibrás, es clave para volver al centro.

2. Pensamiento ↔ Sentimiento
¿Tu forma de decidir tiende a basarse en la lógica, la claridad conceptual, lo racional (pensamiento)?
¿O te guiás más por lo afectivo, por el valor humano, la empatía y lo que sentís que es correcto (sentimiento)?
Ambas funciones son válidas. El desarrollo personal incluye aprender cuándo confiar en cada una, y cuándo evitar que una domine por completo a la otra.

3. Sensación ↔ Intuición
¿Te conectás con la realidad a través de lo tangible, lo concreto, lo que percibís con los sentidos (sensación)?
¿O tu percepción es más simbólica, abstracta, orientada hacia lo que aún no se ve pero se siente (intuición)?
Estas funciones definen cómo tomás información del mundo, y cómo lo interpretás.

4. Juzgar ↔ Percibir (aportada por el MBTI)
¿Preferís la estructura, el orden, los planes definidos y la toma rápida de decisiones (juzgar)?
¿O te sentís más cómodo en la flexibilidad, en dejar las puertas abiertas, en observar antes de cerrar algo (percibir)?
Este eje no mide cuánto juzgás, sino cómo te relacionás con el tiempo y el orden del mundo externo.

Cada una de estas dicotomías describe una preferencia funcional, no un límite. Muchas veces, el entorno, la cultura o las heridas del pasado nos han hecho sobrecompensar una de estas funciones, y suprimir otras. Por eso, más que definir un tipo, este paso busca identificar tus polaridades activas e inactivas, para ayudarte a crecer hacia la integración.

Porque una personalidad centrada no es la que se encierra en lo que “le sale bien”, sino la que logra armonizar sus opuestos internos.

“No sos un tipo de persona. Sos un alma en movimiento entre tus polaridades.”

3. Dialogo con lo que no se ve.

La psicología actual, en su afán por parecer “ciencia dura”, ha cometido un error fatal: ha intentado borrar el inconsciente. Algunos enfoques nefastos niegan incluso la existencia de la mente como algo real, reduciendo al ser humano a un conjunto de impulsos eléctricos, reacciones condicionadas y síntomas que deben ser controlados o anestesiados.

Este modelo mecanicista deja afuera lo más valioso: la subjetividad profunda, los símbolos, los sueños, las contradicciones y el misterio de lo que somos.
Pero lo que es negado no desaparece. Solo se reprime… y luego retorna como sufrimiento, repitiéndose en síntomas, vínculos, emociones o decisiones que no podemos entender.

En Jung Py, no combatimos al inconsciente: lo hacemos nuestro amigo.

Asociación libre: decir lo que aparece
Te invitamos a hablar sin censura, sin necesidad de ser “lógico” o “coherente”. Lo importante no es lo que decís, sino lo que aparece: palabras, imágenes, recuerdos, emociones, contradicciones.

Cuando soltamos el control, la verdad que habita más allá de la conciencia empieza a hablar.
Y lo hace en su idioma: el de los símbolos, los lapsus, los sueños.

Los sueños como lenguaje del alma.
Jung descubrió que los sueños no son basura mental ni simples reacciones químicas. Son mensajes que el inconsciente nos envía, en forma simbólica, para mostrarnos lo que nuestra conciencia no quiere o no puede ver.

Pero un sueño aislado, por sí solo, rara vez se entiende. Los sueños deben analizarse en serie, como si fuesen episodios de una serie interior que va revelando poco a poco una trama más profunda.
Cada imagen onírica forma parte de una narrativa simbólica que, si aprendemos a leerla, puede transformar nuestra vida.

No interpretamos los sueños desde diccionarios ni recetas. Los escuchamos en contexto, en tu historia, en tu proceso. Porque el inconsciente no quiere darte datos: quiere ayudarte a despertar.

Imaginación activa: un puente entre dos mundos
La imaginación activa es una de las herramientas más profundas del trabajo interior junguiano. A diferencia del sueño, que nos llega espontáneamente, y de la fantasía desbordada, que suele escapar al control, esta técnica busca un punto medio entre ambos: una forma de dialogar conscientemente con las imágenes que emergen desde el inconsciente. No se trata de imaginar cualquier cosa, sino de permitir que algo desconocido tome forma en tu interior… y sostener ese encuentro con presencia.

Puede practicarse escribiendo historias simbólicas, dejando que una escena se despliegue y hable por sí misma, o incluso a través de expresiones artísticas como dibujo, pintura, escultura o movimiento corporal, que dan forma visible a lo que está oculto. El objetivo no es “crear arte”, sino hacer consciente lo que quiere nacer desde lo profundo. A través de esta técnica, se abre un canal entre tu parte racional y tus imágenes internas, y lo que parecía caótico empieza a organizarse, hablar y transformarte.

¿Por qué es esencial esta fase?
Porque sin dialogar con lo que está en la sombra, ningún cambio es real ni duradero.
Sin integrar lo que reprimimos, estamos condenados a repetirlo.
Por eso este paso no se salta. Se atraviesa.

“Lo que no se hace consciente, se manifiesta como destino.” — C.G. Jung.

4. Comprender patrones profundos.

Todo lo que hacés, sentís o pensás tiene raíces que muchas veces no ves.
Detrás de cada impulso, cada elección, cada crisis o bloqueo, hay una estructura interior: un lenguaje que tu alma viene hablando desde hace tiempo. Comprender esa estructura es comenzar a conocerte de verdad.

En esta etapa, trabajamos con una geometría interna del ser, donde tres fuerzas visibles —pensamiento, emoción y acción— se entrelazan constantemente y forman lo que muchas veces creemos que somos. Pensás algo, eso despierta una emoción, y esa emoción te lleva a actuar… o a callar, huir o repetir.

Pero lo que sostiene ese triángulo está más allá de la conciencia.
Hay una cuarta fuerza invisible que lo atraviesa todo: lo inconsciente.

Pensamientos, emociones y acciones no surgen en el vacío. Surgen de historias que no recordás del todo, de lealtades invisibles, de mandatos familiares, de heridas infantiles, de símbolos y arquetipos que te habitan.

Por eso, en lugar de corregir conductas o forzar decisiones, en Jung Py aprendemos a escuchar el patrón oculto que las sostiene. A mirar hacia adentro para encontrar el origen, no el síntoma. A reconocer qué parte de vos está actuando: ¿es tu centro verdadero… o una máscara aprendida?

Hacia decisiones que nacen del alma
Este trabajo te permite empezar a vivir desde otro lugar.
Ya no desde el automatismo o la costumbre, sino desde una conciencia integrada, donde lo que pensás, lo que sentís y lo que hacés se alinean con lo que realmente sos.

No hablamos de “control emocional” o “reprogramar tu mente”. Hablamos de volver a escuchar tu brújula interna, aquella que siempre estuvo, pero que quedó silenciada por las voces de afuera.

Cuando lo visible se ordena con lo invisible, aparece una nueva forma de estar en el mundo: más coherente, más auténtica, más tuya.

“Comprender tus patrones no es una meta. Es el comienzo de tu libertad.”

5. Confrontacion con arquetipos inconscientes.

No todo lo que somos vive en la superficie.
Hay partes de nuestra psique que hemos ignorado, reprimido o proyectado en otros.
Son aspectos rechazados, silenciados o distorsionados, pero siguen activos.
Siguen viviendo en nosotros… y piden ser mirados.

En esta etapa, entramos en confrontación simbólica con dos grandes fuerzas interiores:
la Sombra, y el Ánima o Ánimus.
Ambos son arquetipos del inconsciente personal. Ambos tienen el poder de guiarte… o de poseerte, si no los reconocés.

La Sombra
La Sombra es todo lo que no queremos ser. Todo lo que nos enseñaron a negar de nosotros mismos: el enojo, el deseo, la debilidad, la duda, la envidia, la intensidad, la ternura.
Pero también puede esconder talentos, pasiones, impulsos creativos y formas de ser que fueron reprimidas para encajar.

Mientras permanezca inconsciente, la Sombra se proyecta hacia afuera: en personas que nos irritan sin razón, en situaciones que nos perturban, en vínculos donde revivimos conflictos.
Enfrentarla no significa eliminarla, sino integrarla. Escucharla. Comprender qué parte de vos está esperando ser redimida.

Confrontar tu Sombra es empezar a ser libre.

Ánima y Ánimus: son los arquetipos que el inconsciente utiliza para proyectar la libido en cada genero. Son los mediadores del alma, sirviendo como un iman que atrae a la psique, pudiendo servir de inspiracion para la vida. 
En el inconsciente de cada persona habita una imagen interior del “otro”.
Para el hombre, esa imagen es el Ánima: una figura femenina simbólica que representa la sensibilidad, la profundidad emocional, la imaginación, la vida interior.
Para la mujer, esa imagen es el Ánimus: una figura masculina simbólica que encarna la razón, la firmeza, la voluntad y la dirección interior.

Ambos arquetipos son formas inconscientes que el alma usa para proyectar el deseo, el sentido, y la energía vital. Por eso, muchas veces aparecen proyectados en relaciones amorosas, ideales espirituales o figuras públicas.
Cuando no los reconocemos, los confundimos con el otro, y buscamos afuera lo que en realidad es una parte no integrada de nosotros.

El Ánima y el Ánimus no son personas, literalmente. Es lo que tu psique carece y busca. Son puentes hacia el alma, figuras interiores que deben ser reconocidas, retiradas de la proyección y finalmente integradas. Solo así podemos amar de verdad, sin ilusiones ni dependencias.

¿Por qué confrontar estos arquetipos?
Porque mientras la Sombra, el Ánima o el Ánimus permanezcan reprimidos o proyectados, no somos libres.
Nos movemos como marionetas de lo que no vemos.
Pero cuando los miramos de frente, sin miedo, se convierten en guías, protectores, mensajeros.

Esta etapa es un rito simbólico: no enfrentás monstruos, sino partes tuyas que esperan ser rescatadas.

“Hay alguien dentro tuyo que quiere mostrarse. Conocé quién habita en tu interior y hace que te muevas. Descubrí su rostro.”

6. Individuacion.

Este no es el final del camino. Es el comienzo de una nueva forma de estar en el mundo.
Después de haber escuchado tu historia, reconocido tu esencia, dialogado con lo que no se ve, comprendido tus patrones y confrontado tus arquetipos… comienza otra cosa:
la posibilidad de vivir desde tu centro.

Jung llamó a esto individuación. No se trata de ser «mejor persona», ni de alcanzar un ideal, ni de eliminar el conflicto. Es algo mucho más profundo: ser quien verdaderamente sos, más allá de los roles, máscaras o heridas.

 Un equilibrio vivo
En este estado, lo consciente y lo inconsciente ya no se enfrentan. Empiezan a colaborar.
Lo que antes era síntoma, se vuelve símbolo.
Lo que antes era sombra, se vuelve energía integrada.
La contradicción interna no desaparece, pero ya no te divide. Te completa.

La individuación es una reconciliación interior. Una danza entre los opuestos que habitan en vos: razón y emoción, luz y oscuridad, fuerza y vulnerabilidad, lo masculino y lo femenino.
No se trata de elegir un lado, sino de habitar el centro donde todos se encuentran.

La función trascendental
Jung llamaba función trascendental al proceso simbólico que permite el encuentro entre lo consciente y lo inconsciente.
No es una técnica ni una meta racional. Es una transformación silenciosa, donde algo nuevo nace dentro tuyo.
Ese «algo nuevo» no es una idea, es una forma de ser. Un modo de vivir desde la totalidad, y no desde la fragmentación.

La función trascendental ocurre cuando dejás de controlar tu vida con la mente, y empezás a dejar que tu alma la habite con sentido.

Vivir desde lo que verdaderamente sos
La individuación no es perfección. No es éxito. No es iluminación.
Es la honestidad radical de estar en paz con quien sos, con lo que fuiste y con lo que aún estás gestando.

No significa que todo esté resuelto.
Significa que ya no necesitás huir de vos mismo.

“Individuarte no es convertirte en alguien nuevo. Es recordar quién sos cuando dejás de ocultarte.”

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